A partir de hoy solo enviaré un email a la semana para no molestar.
Vale, te cuento una historia.
Había una vez un tipo llamado Thomas Smith.
El tipo, que no era marketero pajero, escribió un libro llamado Successful Advertising.
Y, entre otras muchas cosas, hablaba del número de impactos que un ser humano debería recibir para que una comunicación publicitaria cumpliera con su cometido.
Que, naturalmente, no es otro que vender.
Entonces, según el bueno de Smith:
- La primera vez que una persona mira un anuncio, no lo ve.
- La segunda vez, no lo percibe.
- La tercera vez, es consciente de su existencia.
- La cuarta vez, recuerda vagamente haberlo visto antes.
- La quinta vez, lo lee.
- La sexta vez, lo curiosea.
- La séptima vez, empieza a molestarle el anuncio.
- La octava vez, dice «otra vez ese maldito anuncio.»
- La novena vez, empieza a pensar que se está perdiendo de algo.
- La décima vez, pregunta a sus amigos y vecinos si han probado el producto
- La undécima vez, se pregunta cómo puede la compañía pagar todos esos anuncios.
- La duodécima vez, piensa que el producto debe ser algo bueno.
- La decimotercera vez, empieza a pensar que quizás el producto tiene algo bueno.
- La decimocuarta vez, empieza a creer que el producto tiene valor.
- La decimoquinta vez, lo ansía.
- La decimosexta vez, piensa que algún día comprará el producto.
- La decimoséptima vez, anota que tiene que comprarlo.
- La decimoctava vez, maldice no poder comprarlo.
- La decimonovena vez, cuenta su dinero cuidadosamente para ver si puede comprarlo.
- La vigésima vez que ve el anuncio, compra el producto publicitado.
Maravilloso.
Bueno, seguro que a alguno le han quedado ganas de ponerle un tweet a Smith para decirle que no tiene ni puta idea de lo que haba.
Que es un vendehúmos y seguro que miente para vender su curso de publicidad.
Que eso en sector no funciona así, que su cliente es muy distinto.
Su membresía muy especial y su autoestima muy particular.
El tema es que Smith no tiene Twitter.
Ni Twitter ni TikTok, porque escribió esto en 1885.
Mil ocho cientos ochenta y cinco.
Y a día de hoy su teoría sigue igual de vigente.
Es más, dado que el número de impactos publicitarios que recibimos a diario es infinitamente superior al de hace 138 años, esos veinte seguramente sean bastante más.
Así que si piensas que eres muy pesado por escribir a diario, o por llamar a diario, o por hablar a diario, o por respirar a diario, o por follar a diario, relee la teoría de Thomas Smith.
Ya que lo más probable es que tu cliente ni se acuerde de que existes.
Todos los días escribo un consejo para que cualquiera pueda conseguir ingresos recurrentes con una membresía.
En caso de interés, te apuntas ahí abajo: