Cómo se vive [muy] bien de una membresía
Si te interesa saber qué se siente cuándo vives (muy) bien de un negocio de membresía, quédate unos segundos conmigo.
Una de las ventajas de mi trabajo es que hablo con mucha gente.
Muchos emprendedores, clientes y suscriptores.
Y todos coinciden en lo mismo.
En lo bien que se vive cuándo tienes un negocio de membresía que realmente funciona.
Y ya no hablo solamente de pasta, que también: ingresar dinero de forma estable y recurrente todos los meses, es algo apetecible para cualquiera.
Hablo sobre todo de otras cosas. Intangibles que verdaderamente marcan la diferencia entre vivir bien y vivir muy bien.
Hablo de tener un negocio estable, predecible, sin sobresaltos.
Un negocio con el que facturas de forma recurrente y 100% automatizada, sin mirar tu banco cada 5 min a ver si ha entrado la transfe del cliente o hay que llamarle otra vez.
Un negocio digital que te permite trabajar desde dónde quieras, cuándo quieras, sin limitaciones espacio-temporales. ¿Tu casa? Bien. ¿Viajando? También.
Un negocio que te da el tiempo que realmente te mereces para dedicarlo a los tuyos, a los que realmente te importan. A lo verdaderamente importante en esta vida.
Joder, esto mola mucho. Mucho, mucho, mucho.
Sin embargo, esto no siempre fue así.
Todas estas personas, antes, no vivían así de tranquilas.
Antes perseguían clientes y cobraban, con suerte, a 30, 60 o 90 días.
Antes no conseguían ingresos de forma recurrente y sufrían para pagar la cuota de autónomos, esta que nos van a volver a subir porque según parece pagamos poco.
Antes perdían su tiempo y su vida en atascos de tráfico para ir y volver del trabajo o de visitar clientes, alejándose de los suyos. De lo realmente importante en esta vida.
Muy posiblemente sepas de lo que te estoy hablando.
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