El tío lo tenía tremendamente grande y a ella le gustó
Que el tamaño importa es algo que todos los hombres sabemos desde el pleistoceno.
Otra cosa es que algunos hagan ver que no porque no les interesa.
Pero saber, lo sabemos.
Bien.
Uno tiene que saber jugar con su tamaño
Bien lo sabe el chef del restaurante al que fui a cenar el otro día.
Era un restaurante bueno. Muy bueno.
Demasiado bueno como para llevar a tu crush de Tinder en una primera cita.
Tú ya me entiendes.
A ver, por poder, puedes llevarla, llevarlo o llevarle donde te de la gana.
Pero antes de gastarte un pastizal en entrante, dos principales y postre…
…lo mismo tendrías que valorar si la otra persona lo merece.
Si la otra persona te merece.
Al menos, en mi opinión sesgada del día.
Pero bueno, no estamos aquí para hablar de citas de Tinder.
Estamos para hablar de cosas grandes.
Y del chef del restaurante.
Tipo listo.
Tras servir el entrante a compartir…
El tío se lo sacó delante de todos.
Y tengo que reconocer que el tamaño me impresionó sobremanera.
Porque no es normal ver un pimentero del tamaño de media persona aderezando un ceviche de lubina con salsa de naranja y coco acompañado de hinojo marinado.
Muy normal no es, no.
Pero a ella le sacó una sonrisa.
Así que todo en orden.
¿Lección de ventas?
Está claro.
El tío supo entretener
El tío supo divertir.
El tío no nos dejó indiferentes.
El tipo supo fidelizar.
Y es que de eso van los negocios de suscripción, amigo.
De entretener, de divertir, de no dejar indiferente… y de fidelizar.
De fidelizar a tus clientes para que pasen a ser suscriptores y te paguen mes a mes y año a año hasta el fin de los días.
Y para conseguir eso no es necesario que lo tengas grande.
Tenerlo grande es importante para otras cosas, pero para eso no.
Para fidelizar clientes y tener una tasa de baja del tamaño de un grano de pimienta, necesitas trazar y ejecutar buenas estrategias de retención.
Y yo te enseño eso.
¿Dónde?
En mi lista de correo.
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