¿Estás tranquilo con tu vida?
En serio, piénsalo.
¿Estás tranquilo?
¿Vives tu vida cómo quieres?
¿Haces lo que quieres?
¿Vives de acuerdo a tu consciencia y tus valores?
¿Vives?
Te lo pregunto de otra manera.
¿Estás tranquilo con tu negocio?
¿Tu negocio es exactamente como quieres?
¿En tu negocio haces lo que verdaderamente quieres?
¿Emprendes de acuerdo a tu consciencia y tus valores?
Llega un punto en el que la mayoría no piensa en esas cosas.
Se desconecta de su vida y de su negocio, y avanza en piloto automático.
Como si de un coche americano se tratase, da gas a la vida lo justo para respirar.
Lo justo para sobrevivir.
Alguno dirá que eso es la vida, que es lo que hay.
Que no existe otra opción.
Que todo está muy difícil ahí afuera.
Que menos aspiraciones y más tocar de pies en el suelo.
Que eso de vivir una vida cómoda solo ocurre en las películas.
Que no se te suba a la cabeza.
Que eso de no sufrir por una facturación incierta es cosa del pasado.
Que hoy en día todo cuesta mucho.
Que eso de facturar más año tras otro queda reservado a Amancio y a sus amigos.
Que somos clase trabajadora y tenemos que hablar de temas de clase trabajadora.
Que eso de llevártelos de vacaciones cuándo nadie hace vacaciones, dónde a todos les gustaría ir de vacaciones, pero no se puede permitir ir de vacaciones solo para en el Instagram del vendehúmos.
Que tu abuelo ya iba al camping ese de Murcia y que tampoco está tan mal.
Que eso de comenzar el mes sabiendo cuánto facturarás, nada, eso es ciencia ficción.
Que la gente normal vamos tirando y tenemos que dar gracias por lo que tenemos.
Y en eso estaríamos de acuerdo.
Hay que ser agradecido con lo que uno tiene. Siempre. Sea lo que sea eso.
Hay que ser agradecido pero profundamente disconforme con el hecho de no avanzar.
Tengo una newsletter. Se llama ingresos recurrentes.
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