Gominas trajeado la lía en el AVE
El otro día estaba en el AVE. Viajaba de Madrid a Barcelona.
Una de las mejores cosas de pillar el tren son las conversaciones que la gente tiene y las lecciones de ventas que de ahí puedes sacar.
Bien.
Sentado al lado tenía un tipo. Se notaba que iba a Barcelona por negocios.
Ya sabes: americana impecable, portátil de empresa y extra de gomina.
Por cierto, un día hablaremos de lo nociva que es la gomina para tu Membership Site.
Bueno, que el tipo iba a Barcelona. Su empresa lo había mandado para cerrar una venta con unos clientes locales.
De todo eso me enteré fácilmente. No quiero decir que estuviera yo muy pendiente. Es que el tipo gritaba más que hablaba.
Entonces.
El tipo hablaba con su jefe en la empresa. Le decía que estaba hasta los coj*nes de que siempre le mandaran a él.
Que él era mando intermedio.
Que para eso mejor mandar a uno de los subordinados.
Que esa misma tarde había quedado para ver al Madrid y le había jodido la velada.
Oye, no sé qué le estaría contestando su jefe, pero el tipo empezó a encenderse. Empezó a cabrearse.
La verdad es que se cabreó bastante.
Un poco no, bastante.
Tanto que todo el vagón le estaba mirando (y por proximidad, también a mí) flipando con el espectáculo que estaba creando el gominas.
Total, que al final colgó y estuvo como cinco minutos renegando lo que cabronazo que era su jefe.
Total, para ir a cerrar la venta como le habían ordenado.
Tanto cabreo para nada.
Tanto espectáculo para nada.
Tanto renegar para nada.
Y es que, si quieres convencer a alguien de que haga algo, gritarle no sirve de mucho.
No tienes que gritarle. Tienes que persuadirle.
Esto es como cuándo quieres que un visitante de tu web se suscriba a tu membresía.
De nada te sirve gritarle cabreado para que haga lo que tú quieras.
Tienes que convencerle de forma clara, firme, directa, consiguiendo que saque la tarjeta sin pestañear lo más mínimo.
Y eso es algo que puedes aprender en mi lista de correo: