Esta membresía tiene a más de 400 personas pagando 149€ al mes.
—Eso es imposible.
—Seguro que miente.
—Es un vendehumo.
—Nadie pagaría eso.
—En mi sector no aplica.
—Mi cliente es distinto.
—Mi membresía es muy particular.
Ante una realidad implacable, hay dos tipos de reacción:
La primera es la de los wanabees que juegan a empresarios mayores poniendo tweets criticando al que le va bien.
Unos seres que, al verse incapaces física y mentalmente de construir un negocio de membresía medio rentable, reaccionan con tópicos limitantes como los de arriba.
Aunque su verdad ulterior no tiene nada que ver con esa sarta de excusas.
Su verdad ulterior es que el dinero les da auténtico pánico.
Un pánico que limita negocios y paraliza corazones.
Mañana te hablaré de eso y de cómo puedes utilizarlo a tu favor.
La segunda es la de los empresarios serios que ven esa realidad y no piensan que es un vendehumo o que eso es imposible.
Ellos piensan…
—Menudo cabronazo el Monge Malo este. Si este tío puede, yo también. Voy a investigar cómo cojones lo está haciendo y trataré de aplicarlo a mi negocio.
No hay que ser muy lince para darse cuenta de la abismal diferencia entre los primeros y los segundos.
Los primeros, nunca conseguirán nada en esta vida porque todo les da miedo.
Los segundos, nadie puede garantizar que facturen así de bien con sus membresías, sin embargo, estarán mucho más cerca de conseguirlo.
Para los primeros no tengo nada.
Como mucho, le mando besis y amor desde aquí, que falta le hace.
Pero para los segundos, sí tengo algo.
Tengo una lista de correo a la que todos los días escribo un consejo sobre negocios de membresía.
Apúntate ahí abajo para recibirlos tú también.