Mi psicólogo está loco.
¿Harías caso a un nutricionista gordo?
¿Y a un psicólogo loco?
¿Y a un ministro comunista?
¿Y a un vendedor mileurista?
¿Y a un SEO que no sale en Google?
¿Y a un mentor en membresías que no tiene una membresía rentable?
Hay temas que son de sentido común.
Sin embargo, en el circo online en el que vivimos, cualquiera es experto.
Cualquiera es consultor o mentor.
Y ya no digamos ministro.
Eso, cualquiera.
La barrera de entrada es tan baja, que cualquiera monta una web, abre un perfil en RRSS y se autodenomina empresario experto en lo que sea.
Oye, a tope con la autoestima bien alta.
Pero no presumas de lo que no eres, no sea que te descubran fácil por la inseguridad que transmites al hablar y termines engrosando la interminable lista de emprendepobres online.
Afortunadamente, hay gente tremendamente buena ahí afuera.
Los veo a diario dentro de la aceleradora.
Dentro veo a coach, psicólogas, copywriters, médicos, terapeutas, consultores, nutricionistas, instructores de yoga, formadores, artesanas, entrenadores personales, arquitectas o asesores financieros.
Veo como crean. Como aceleran. Como escalan.
Cómo se atreven. Como arriesgan. Como pelean. Como se levantan. Como ganan.
Y cómo con sus membresías ayudan a sus clientes y reciben pasta recurrente por ello.
Entonces, en mi opinión sesgada del día, si quieres montar un negocio de puta madre, es fundamental rodearte de buena gente.
Y de gente buena.
A no ser que seas una inteligencia artificial nada natural, tu círculo cercano te define.
Si te rodeas de buenos profesionales, serás mejor profesional.
Y si te rodeas de emprendepobres mediocres, serás un eterno mileurista pegado a un grupo privado de Telegram en el que criticar al que factura bestia con una membresía.
Es lo que hay.
Bueno, todos los días mando un nuevo consejo de negocio.
¿A quién se lo mando?
Pues a los miles de emprendedores y empresarios de mi lista de correo.
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