Ojo con tus amigos de toda la vida.
Podría hablar de tus colegas del barrio.
O de tus compañeros de trabajo.
O de tus vecinos.
O de tus clientes.
O de tus padres.
O de tu pareja.
Gente que sueña mucho, pero que no consigue nada.
Que no consigue nada por falta de cojones, de mentalidad, de constancia, de disciplina.
Por resistencia al cambio, por resistencia a la incomodidad a largo plazo.
Gente que te dará consejos y te dirá lo que puedes y no puedes lograr.
Y todo eso no basándose en una razón científica, no. Basándose en su experiencia.
¿Por qué?
Porque nada les da más canguelo que tú logres lo que ellos jamás se atrevieron a lograr.
Nada les joderá más su ego que tú alcances lo que ellos jamás se atrevieron a alcanzar.
Y nada destruirá más su autoestima que tú llegues dónde ellos jamás se atrevieron a llegar.
Consejos.
Muchos consejos.
Trillones de consejos te darán.
Que tú no.
Que no te compliques.
Que eso no es para ti.
Que tú mejor céntrate en lo que ya haces.
Que ganarse la vida de puta madre es de vendehúmos, estafadores y que nosotros somos clase trabajadora.
Y cuándo lo hayas logrado…
Cuándo tú lo hayas alcanzado…
Cuándo tú hayas llegado…
Te dirán que bueno, que no hay para tanto.
Que has cambiado. Que se te ha subido a la cabeza.
Y que tampoco necesitabas ese coche. Ni esa casa. Ni esas vacaciones.
Ni vacaciones, que él lleva 30 años de autónomo y nunca ha tenido vacaciones.
Aunque lo único que realmente piensan es que mientras estás tomándote una cerveza con ellos es tiempo que no les estás adelantando por la derecha.
Y sé que quizás ahora te parezca una locura.
Pero también sé que si llevas tiempo haciendo bien las cosas, ahora mismo estás asintiendo y acordándote de que ojalá hubieras comenzado antes.
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